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Gracias a su conectividad, se pueden medir y obtener posteriormente resultados de cómo utilizamos los recursos de los que disponemos en nuestro hogar, por ejemplo, las casas inteligentes son capaces de medir nuestra temperatura corporal y adaptar el termostato a nuestras necesidades reales, lo cual va a suponer a su vez un gran ahorro energético y un mayor confort.
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Las casas inteligentes además de adaptar la temperatura del hogar, controlan tanto la iluminación como el consumo energético de los electrodomésticos, disminuyendo así el consumo energético y por ende las emisiones de CO2 a la atmósfera.
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Sus niveles de seguridad son muy elevados a comparación de los hogares tradicionales gracias a dispositivos automáticos de control como alarmas, control de incendios, vigilancia interna remota, etc.
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Los hogares inteligentes son capaces también de detectar si en nuestra nevera falta algún producto de uso habitual y hacer el pedido por internet para que llegue a nuestra casa en el menor tiempo posible.
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Gracias al uso de Internet podemos controlar nuestro hogar a distancia. Si por ejemplo queremos que la casa esté caliente a nuestra llegada, tan sólo hemos de hacer uso de nuestro Smartphone y éste se encargará de mandarle la orden a nuestro hogar.